La donna de la mafia

Era el año 1992 en Roma cuando Rita Atria, una joven siciliana de 17 años, decidió tirarse desde la séptima planta de un edificio. Su vida era como la de muchas de las jóvenes sicilianas de su edad hasta un año antes, cuando decidió trasladarse a la capital italiana.

Su familia era parte de la Cosa Nostra, la mafia siciliana (en Italia hay tres grandes mafias: la Camorra en Nápoles, la ‘Ndrangheta en Calabria y la Cosa Nostra en Sicilia), y como toda persona perteneciente a esos grupos había aprendido a respetar y a creer ciegamente en sus directrices y normas; pero su fe se quebrantó por primera vez cuando a los 11 años su padre fue asesinado, y definitivamente seis años después con la muerte de su hermano mayor, cuando rompió cualquier lazo con la mafia y con el resto de su familia para trasladarse a Roma. Allí vivió con la esposa de su hermano muerto, Piera, y juntas decidieron hablar con la Justicia sobre la mafia.

Este hecho supuso un gran cambio: nadie que pertenezca a cualquier grupo mafioso italiano se atrevería a traicionarlos con la Justicia, ya que no sólo sería firmar su propia sentencia de muerte sino también la del resto de su familia. Por eso, la mejor forma de que tienen muchas familias de salvarse es repudiarlos, como si estuviesen muertos; incluso guardan luto. Eso mismo le pasó a Rita: su madre la repudió, pero de forma más cruel si cabe: destruyó a martillazos su tumba.

Luchar contra la mafia no es fácil, y mucho menos en Italia, donde aún quedan zonas en las que es tratada como un tabú. Por ello Rita constituye un hecho único, ya que al provenir de una región y una familia tan vinculadas a ella tuvo el valor de ser una de las primeras personas en denunciarla a la Justicia, y aún si cabe en mayor medida por el hecho de que sea una mujer. Ellas no son las mujeres sumisas que se dedican a cuidar de sus hijos y no saben a lo que se dedican sus maridos que nos han hecho creer las películas, series o libros. En la realidad las mujeres ocupan un lugar muy importante en el grupo: son ellas las que pasan a los hijos la sumisión ciega por la mafia, las que se ocupan del tráfico de drogas cuando su marido está en la cárcel, incluso pueden ordenar la muerte de alguien, pero nunca matar.

En la Justicia italiana las mujeres no pueden testificar en contra de sus maridos, y los jueces, erróneamente, creen que están sujetas a un fuerte sistema patriarcal y que actúan obligadas por sus maridos por eso y al final estas acaban absueltas o con penas menores. Por todo ello, las mujeres son el fundamento de la mafia italiana.

Poco después de la muerte de Rita Atria se constituyó una organización antimafia que lleva su nombre y que hasta hoy lucha por conseguir que la inscripción de la lápida de Rita, la verdad vive, se haga realidad.