La odisea de aprender a conducir (V): el teórico: análisis y resultados

"El ambiente que encontrará en nuestras aulas es más cercano a una reunión de amigos que a la disciplina e imposición de una enseñanza anticuada"

Autoescola Bertamiráns

El día 20 me he enfrentado a una bestia terrible, a una prueba tan esperada como odiada, al evento para el que me llevaba preparando desde que tengo memoria: (efecto eco on) el examen teórico (efecto eco off). Miedo, ira, odio, sufrimiento (a ver quién es capaz de continuar la serie, se ganará todo mi respeto, aunque no es muy difícil). Pues menuda patochada.

¡Tócate las narices! Horas y horas en la autoescuela sin cometer fallos para nada. Pensaba que los examinadores serían más perversos, pérfidos e implacables, sobre todo cuando antes de entrar una chica que estaba a unos metros de mí comentaba que no se sabía bien una serie de datos que yo no había leído en mi vida (nótese que no empleo la palabra oído, lo que se debe, como ya saben ustedes mis bienqueridos seguidores, a que en mi autoescuela NO HAY CLASES). Pues fue más difícil buscar el sitio que hacer el examen. Porque mira que tiene puertas la Jefatura de Tráfico... Y aún encima lloviendo. Al final resultó que, de las preguntas del examen, la práctica totalidad las había contestado ya miles de veces en la Pantalla. Incluso muchas ofrecían las mismas opciones. Es más, creo que en el examen me pasé más tiempo con la mano levantada esperando a que me lo recogieran que contestando las preguntas. Y mira que me enfrentaba al examen sin la ayuda de Pantalla, que en uno de sus místicos arrebatos me anunció que se quedaba en el templo, también conocido como Autoescola Bertamiráns, en busca de más almas perdidas que conducir hacia el rito iniciático de la conducción.

El resultado fue el esperado: a la mañana siguiente llama por teléfono la artista antes conocida como la recepcionista (era imposible una entrada sin ella) y me dice: "Aprobaste. Ya nos veremos. Adiós." A lo que pude haber contestado: "Gracias por la información, mujer de largas conversaciones que no escatima en el gasto de palabras". La que se llevó la alegría más grande fue la doña que trabaja en mi casa. Sí, la que me recomendó la autoescuela. De hecho, aprovechó para repetirme: "Ves, los que van a esa autoescuela aprueban todos. ¿Sabes si sacó el carné fulanito? Seguro que no, que iba a la otra". Ya una vez pasado el shock, o más bien las horas, pude mirar el número de fallos en la interné:

NÚMERO DE ERRORES

0

Pero aún espera lo peor: las/el prácticas/o. Por el momento estoy valorando la idea de huir despavorido antes de tener que conducir un coche por una carretera de verdad (¡de verdad!), porque me veo con el coche calado en medio de Bertamiráns, o incluso estampado en una farola, o incluso en un edificio, o incluso en la sección de sucesos. Porque ahora vuelo solo, sin la protección de Pantalla. ¡Que la Pantalla Táctil se apiade de mí!