En Atenas nos levantamos temprano. A las 16:30 salíamos del barco, pero pensábamos ducharnos en la piscina antes de eso, cambiarnos a una ropa "agradable" para España y la gélida noche (por temas de temperatura) y comer, por lo que no disponíamos de mucho tiempo. A pesar de nuestra prisa, no evitamos un pequeño incidente con los taxistas, que en cuanto te ven extranjeros se vuelven unos pillastres aquí y en la China popular. Ya sabéis, precios.
Sobre la subida y estancia en la acrópolis hay que destacar la suerte que tuvimos: algunas de las personas con las que iba habían estado allí hace poco y aseguraron haber padecido un calor horrible y haber pasado las de Caín para llegar hasta allí, mientras que a nosotros, con una temperatura relativamente agradable, los dioses nos sonrieron. Mas no tuvimos tiempo apenas a visitar una urbe de la calidad de ésta, pues andabamos con prisa y sólo pasamos por el ágora antigua y por una o dos calles del barrio de Plaka, para después lanzarnos sobre otros taxistas que nos llevaran de vuelta.
Corre aquí, corre allá, dan las 16:30, llegamos al salón Broadway, en el que habíamos sido convocados, y la respuesta es: "hay dos horas de retraso en el vuelo, pero pueden quedarse en el buque mientras tanto". Si lo comparamos con el retraso de la ida, no hay color: estábamos casi solos en el barco, porque éramos el último vuelo en salir (por lo que la gente se había marchado en su mayor parte), y los recién llegados optaban, como es lógico, por visitar la ciudad. Mientras tanto, los que habían pagado una millonada por una excursión tirados en el aeropuerto, y nosotros en la piscina, en el bar de los capuccinos... Eso sí, llegamos a Madrid muertos de sueño.
Sobre el día siguiente poco hay que contar: un pequeño vuelo de Ryanair y vuelta a casa. Ahora, os toca esperar por las dos últimas entregas de La aventura mediterránea: la de las hazañas y récords logrados con respecto a mi vida pasada en este viaje (que son bastantes, porque yo lo que se dice viajar...) y la galería fotográfica.
Veo que esas dos horas de retraso del vuelo se te hicieron muuuuy pesadas... XDDD
ResponderEliminarUna aventura fascinante la que has vivido. De seguro debiste sentirte un poco triste por que se terminara ¿no?
La verdad, ni punto de comparación con las de ida. Y bueno, tristeza sí, por un lado, pero en realidad volví contentísimo. Espero repetir algo así xD (¿quién no?).
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